Todo lo que nos falta
Esta columna va dedicada a Miguelina Altagracia Martínez y a todas las mujeres víctimas de la violencia machista. No las olvidemos nunca.
El Día Internacional de la Mujer ha sido desvirtuado por los mensajes superficiales que se publican en la fecha. El Día Internacional de la Mujer no es lindo, su esencia no son lacitos y florecitas. Es un día para reivindicar los derechos por los que tantas mujeres han sido amenazadas, encarceladas y han muerto. Es ocasión para resaltar los logros que ya muchas y muchos dan por descontados (como votar, estudiar, trabajar, salir de la casa sin chaperón) y los que aún faltan por conquistar.
En esta semana he encontrado varios ejemplos que ilustran a la perfección por qué esta fecha es importante y debe ser conmemorada.
Personas escépticas cuestionan el papel de los medios en la reproducción y perpetuación de prejuicios de género, pero precisamente el 8 de marzo se produjo un ejemplo de antología. El partido Alianza País anunció que Aura Celeste Fernández será su candidata a senadora por el Distrito Nacional. Vi la noticia en varios medios, pero me sorprendió mucho el titular utilizado por Diario Libre para dar a conocer la candidatura: “Esposa de Guillermo Moreno es candidata a senadora por Distrito Nacional”.
¡Por favor!, Aura Celeste Fernández tiene méritos propios. No se puede negar que está casada con Guillermo Moreno; pero ella, y todas las mujeres, merecen ser reconocidas por ellas mismas, no por con quiénes estén casadas. La misma nota recoge un resumen de su carrera y logros profesionales, es una figura pública con peso propio. ¿Acaso no es eso suficiente? ¿Por qué la ponemos bajo la sombra de su marido si Aura Celeste Fernández tiene su propio nombre y ha forjado su propia carrera con tanto esfuerzo?
Otro hecho que se propagó como la pólvora en redes sociales es el del Segundo Maratón Nacional de Aguas Abiertas. Según se lee en la imagen publicada, los premios en metálico para las categorías masculinas y femeninas de nado élite tienen una diferencia abismal, llegando a ser el primer lugar femenino una cuarta parte del masculino.
Tanto hombres como mujeres nadarán los mismos 3.7 kilómetros que separan la isla Catalina de La Caleta, por lo tanto, ¿por qué hay una diferencia tan marcada entre los premios? ¿Las brazadas y entrenamientos de las mujeres importan menos? ¿Tiene alguna relevancia que haya más hombres que mujeres inscritos en la competencia si, repetimos, estarán nadando exactamente la misma distancia?
En el ámbito cultural, del 3 al 9 de marzo se celebró el festival Mujeres En Cortos, que dice de sí mismo que es “el festival de cortometrajes dirigidos por mujeres” y “el primero creado de manera exclusiva para la mujer cineasta en República Dominicana”. Indica a seguidas que su misión es “Promover el talento de las directoras de cine dominicanas y del mundo” (sic).
Sin embargo, en el afiche, que asumo el oficial porque no encontré otro, aparecen cinco directores, todos hombres, y unas siluetas femeninas de Power Point. De los seis conversatorios principales, solo en uno participaba una mujer, la cineasta cubana Naty González, aunque también hubo una participación de la dominicana Paloma Valenzuela en otra actividad.
En lo particular, hay algo que no me cuadra. ¿Por qué en ese afiche no incluyeron directoras? ¿Dar a conocer a las mujeres en la industria del cine no es el punto de este festival? ¿Ellas no tienen nada que aportar?
Por si les resulta útil para el año que viene, he aquí un corto listado de directoras dominicanas reconocidas y premiadas local e internacionalmente: Natalia Cabral, Laura Amelia Guzmán, Violeta Lockhart, Mariluz Acosta, Johanné Gómez Terrero, Tatiana Hernández Geara, Leticia Tonos, Yanillys Pérez y Virginia Sánchez. Aunque les aseguro que hay muchas más.
Y no me voy a extender en el tema del afiche del 2011 que presenta, literalmente, cuatro mujeres en tacones de charol rojo con unos pantaloncitos cortitos (¿entendieron? mujeres en (pantalones) cortos… qué chiste).
Las manifestaciones de machismo ven su culminación en las 2,074 mujeres asesinadas de 2005 a 2015. La reciente portada del periódico El Día con el impactante titular “Feminicidios matan más mujeres que el dengue y la malaria juntas” debería movernos a reflexión. Una sociedad no puede avanzar mientras el 51% de su población viva sorteando desventajas sociales, económicas y culturales, o esté constantemente amenazada de morir o ser abusada física, sexual y emocionalmente por sus parejas o exparejas.
El 8 de marzo busca reconocer a las mujeres no por su relación con otro si no por ellas mismas. Una mujer no vale por ser pareja, hermana e hija de hombres, vale porque es una persona, un ser humano pleno.
Mujeres y hombres necesitamos rescatar juntos, hombro con hombro, el carácter del Día Internacional de la Mujer, todos los días y en todas nuestras acciones. El 8 de marzo es un recordatorio de lucha por la igualdad de derechos de todos y todas. Basta ya.
Esta columna fue publicada originalmente en Acento.